miércoles, 26 de febrero de 2014

PUNTA SAL ,SOL PLAYA Y ARENA











Punta Sal



Tierra virgen; hogar del esquivo jaguar y la poderosa boa. Blancas playas que se funden con aguas azul turquesa. Un largo brazo de tierra siempre verde que se interna en el mar caribe…


Punta sal



Punta Sal es la viva expresión de la naturaleza tropical. Esta tierra casi salvaje pertenece al parque nacional Jeannette Kawas; una
de las áreas protegidas más bellas de Honduras. Aunque estrecha, la península es el hogar de una fauna excepcional. Cada mañana, en las copas de los altos árboles, los monos aulladores dan inicio al día con sus fuertes llamados reclamando sus territorios. Escucharlos a través de la espesura de la selva es volver a lo básico; pero verlos moverse entre las ramas, con pasmosa habilidad, es una excitante excusa para ir a Punta Sal.
Mientras tanto, abajo, guatuzas, pizotes, mapaches e iguanas dan cuenta de la primera comida del día. Llegar a la península es cuestión de 45 minutos en lancha partiendo desde Tela, tan poco tiempo para llegar a este paraíso. Tras el desembarco, un recorrido bajo las altas palmas de corozo lleva al viajero a descubrir las sorpresas de un escenario natural tan poco intervenido por el hombre. Pero Punta Sal es sólo la mitad del parque Jeannette Kawas. La otra mitad lo compone la Laguna de los Micos, la segunda más grande de Honduras. Un enorme espejo donde el cielo y el agua se juntan en completa armonía, encuadradas por un tupido bosque de mangle. En medio de este universo verde, estrechos canales brindan la oportunidad de encontrar a la escurridiza nutria o al esquivo lagarto americano.
Durante los meses de octubre a enero, Los Micos se torna en uno de los hábitats más extraordinarios de la vida salvaje; miles de aves migratorias comienzan a arribar, la mayoría del hemisferio norte, en busca de comida y un sitio donde anidar. Para los observadores de aves, diciembre es cuando infinitas bandadas se reúnen, partícularmente en la alejada ribera de El Marión.
Llegar a Los Micos es muy fácil; una carretera cómoda une la ciudad de Tela con este destino, recorriendo una buena parte de ella muy cerquita del mar. La comunidad garífuna de Miami, asentada en una estrecha banda de arena blanca, entre Los Micos y el mar azul de la bahía, ofrece deliciosos pescados fritos y sopas marineras al hambriento visitante.

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